Cuando comencé mi proceso de ser minimalista, decidí vender todas las cosas que tenía en mi apartamento como el refrigerador, microondas, lavadora, etc. Sin embargo, objetos como la ropa, zapatos, y algunas cosas como adornos y otros detalles simplemente los empaqué con la intención de donarlos.
En ese momento tenía la duda de a quien podía llevarlo manera que se las entregaran a alguna familia que lo necesite mucho más que yo. Pensé que podía llevarlo a la Cruz Roja, a alguna organización solidaria sin fines de lucro o tal vez una iglesia cercana. En fin, no tenía claro cuál era el paso a seguir.
Para mi sorpresa cuando mencioné esto entre mis contactos me di cuenta de que mis vecinos en ese momento, amigos e incluso familiares cercanos estaban interesados en lo que tenía para donar, porque justamente sus finanzas no andaban bien.
Ahí entendí que a veces creemos que todos a nuestro alrededor tienen la vida resuelta, pero la realidad es que también están pasando momentos complejos económicamente.
Desde entonces cada vez que tengo algo para regalar se lo entrego a quien tenga más cercano, porque usualmente lo necesitan o saben de alguien que sí lo necesita.
Por ejemplo, hoy logré reemplazar 6 camisetas de mi mochila. Por lo tanto las tenía libres para regalar, así que las coloqué en una bolsa y cuando pedí un Uber para trasladarme a la parada de tren le comenté al chofer del Uber que tenía esa ropa para regalar y él con muy buena actitud y gratitud me dijo que me la recibía porque sabía a quien podría entregársela.
En conclusión, si sabes que tienes cosas que no usas y que no son indispensables en tu vida, dónalas. La sensación es muy gratificante, pero más importante aún, ten presente que no tienes que ir muy lejos para encontrar quien lo reciba, simplemente voltea a tu alrededor y tendrás tu respuesta.
Un abrazo, nos vemos mañana.