Hace unos días leí una frase que me impresionó profundamente porque reflejaba la importancia de la perspectiva al comunicar y expresar ideas. Desde muy pequeño, siempre me ha gustado aprender de diferentes situaciones, y cada vez que aprendo algo nuevo, siento el impulso de compartirlo con los demás. Sin embargo, he notado que, al transmitir ese aprendizaje, suelo presentarlo como algo fácil, lo que a veces desvaloriza el esfuerzo que implicó adquirirlo.
Por ejemplo, cuando comencé a desarrollar sitios web, después de adaptarme y aprender lo necesario, solía decir a las personas que no era algo difícil de hacer. Sin darme cuenta, esto enviaba el mensaje de que mi conocimiento o habilidades no eran tan valiosas. La percepción que generaba era que cualquiera podía hacerlo sin mayor esfuerzo, lo cual no siempre era cierto. Esto también afectaba la disposición de otras personas para confiar en mí o en mi trabajo, porque si algo parece “demasiado fácil”, pierde relevancia o importancia.
Reflexionando sobre esto, llegué a la conclusión de que debemos ser más conscientes al comunicar el nivel de dificultad de nuestras habilidades o conocimientos. Es fundamental reconocer que algo puede parecer fácil solo después de haber invertido tiempo y esfuerzo en dominarlo. Por ejemplo, viajar, emprender un negocio, programar, encontrar personal o desarrollar un proyecto pueden parecer tareas simples para quienes ya las han realizado muchas veces. Pero detrás de esa aparente simplicidad hay entrenamiento, práctica y, en muchos casos, fracasos que nos permitieron aprender y mejorar.
Por eso, en lugar de decir que algo es fácil, es mejor explicar que hemos trabajado intensamente para que parezca fácil. Esto cambia completamente la percepción, ya que resaltamos el valor agregado de nuestro esfuerzo. Es decir, no se trata de que sea “fácil”, sino de que nosotros logramos hacerlo sencillo gracias a nuestra experiencia, formación y dedicación.
Cuando las personas entienden esto, valoran más lo que ofrecemos. También se dan cuenta de que, si quisieran adquirir esa habilidad por sí mismas, necesitarían tiempo, dedicación y esfuerzo para llegar al mismo nivel. Esto abre la oportunidad para que confíen en nosotros como guías, ya que hemos recorrido ese camino y podemos simplificarlo para ellos, ayudándolos a obtener resultados más rápidamente y con mayor eficacia.
En conclusión, comunicar que algo es “fácil” puede minimizar nuestro esfuerzo y conocimiento. En su lugar, debemos resaltar el proceso que nos llevó a dominarlo, mostrando que la verdadera simplicidad es el resultado de haber trabajado arduamente. Así, las personas no solo valorarán nuestras habilidades, sino también la capacidad que tenemos de hacer accesible lo complejo.