Hoy leí una frase que me gustó mucho y creo valioso compartirla contigo, dice así: «Es mejor ser odiado por lo que eres, que ser amado por lo que no eres.»
Creo que un gran deseo que tiene toda persona conforme crece, es el hecho de sentirse parte de una comunidad, parte de un grupo, parte de una tribu. Y normalmente este deseo nos lleva a adoptar gustos y opiniones que realmente no son las nuestras. Adoptamos actitudes ajenas por el simple hecho de encajar.
Y lo malo, es que muchas veces tenemos éxito en este proceso, provocando que nuestra esencia ante las personas sea tan solo un reflejo de lo que ellos aprueban, y no lo que eres realmente.
A nivel personal, muchas veces en el pasado me sentí en la necesidad de querer aprender más sobre temas que otros compartían en su día a día, porque yo quería sentirme útil en ese tipo de conversaciones. Por ejemplo, nunca he sido fanático de ningún deporte, me gusta jugar cualquier tipo de deporte que pueda practicar, pero nunca he sido fan de seguir al pie de la letra todo lo que ocurre alrededor de dicho deporte como los jugadores estrella, las posiciones de los equipos, los premios, etc. Por lo tanto, cuando surgen temas como el futbol me siento excluido.
Otro ejemplo es que mi familia, del lado de mi papá, suele tener una inclinación por la ganadería y todos los temas que rodean este rubro. Lo cual yo disfruto como observador, pero nunca he tenido esa misma chispa que poseen ellos para esos temas. De manera que nunca tengo una opinión para participar. De hecho, por un tiempo intenté empezar a involucrarme, pero me sentía forzado y simplemente no era yo.
La realidad es que siempre he sido el niño que le encanta la tecnología, quedarse en casa mientras otros se van de fiesta, ver películas, caminar mientras escucho música en inglés y dejar volar mi imaginación; y sobre todo, siempre he sido el tipo de persona que ama aprender constantemente nuevas habilidades para ponerlas a prueba, especialmente en el mundo del emprendimiento.
Debido a esta realidad, decidí que era imposible para mí enfocarme en adaptarme a otros. En lugar de ello, me impuse el reto de lograr que las personas a mi alrededor valoraran, igual que yo, los temas de los que amo conversar.
Curiosamente, aunque esto no provocó que las personas a mi alrededor se contagiaran por mi fascinación de esos temas, lo que sí logré es atraer a personas que se alineaban conmigo, que también se sentían como yo en sus entornos familiares, universitarios y de trabajo.
La lección aquí es que se vuelve muy tentador adoptar actitudes, gustos, creencias y opiniones para encajar en el círculo de personas que nos suele rodear, ya que inconscientemente no queremos quedarnos solos si nos comportamos como realmente somos. Sin embargo, cuando nos permitimos ser genuinos, abrimos la puerta para que las demás personas alineadas con nosotros nos encuentren y gracias a ello creas tu propia tribu, donde lo que se percibe como interesante es todo aquello que tú amas.
Un fuerte abrazo, nos vemos mañana.