Recuerdo que hace años tenía la costumbre de fotografiar absolutamente todo en mis viajes y actividades únicas.
Hasta que empecé a notar lo poco que lograba recordar con intensidad los momentos que fotografiaba.
Me di cuenta de que cada vez que tomaba una fotografía, en realidad prestaba más atención a la pantalla de mi celular que al verdadero espectáculo que estaba justo enfrente mío.
En otras palabras el lente de mi celular se volvía mis ojos, y mi atención se enfocaba más en características técnicas de la imagen como el brillo, contraste de color, balance de blancos, enfoque, etc, que en disfrutar del momento.
Ya sea un atardecer, una obra de arquitectura, un bosque, un plato de comida o básicamente cualquier otra situación que merecía mi atención, se terminaba plasmando solo en la foto y no en mi memoria.
En conclusión, dale todo el valor que se merecen a los momentos especiales de tu vida y para ello lo más importante es que tú los vivas con todos tus sentidos enfocados en ello, sin ningún tipo de barrera o intermediario como lo es el lente de tu cámara.
Y recuerda que si estás con alguien más viviendo ese momento, has que sea el recuerdo de ambos lo que inmortalice esa experiencia, de manera que si quieres revisitar ese recuerdo, en lugar de buscar una fotografía, buscarás una conversación con esa persona y así juntos viajarán en el tiempo.
Un abrazo, nos vemos mañana.