La lección de hoy aplica principalmente a las personas que como yo, suelen batallar con la necesidad de perfeccionar todo. Hace un par de años aprendí una lección muy importante en mi vida y fue: dejar de idealizar el resultado de mis metas. En otras palabras, empecé a ser consiente de que en nuestra mente solemos hacer casi perfecto un resultado, situación o meta deseada, provocando que pensemos que es imposible lograrlo y hasta nos estresamos por no conseguirlo de la misma forma que lo visualizamos.
Por ejemplo, si alguna vez has intentado construir algo tan grande como una casa o tan pequeña como una manualidad, es normal que en tu imaginación tenías previsto obtener un resultado mejor de lo obtenido. Es decir, te das cuenta de que hay cosas que no calzan como quisieras y es ahí donde tu sentido de la perfección empieza a arruinar tu momento de logro, ya que a pesar de haber terminado tu creación, sigues pensando que “algo le falta” para estar realmente terminado.
Otro típico ejemplo es idealizar a nuestros ídolos, a tal punto de que creemos que es casi imposible estar a la misma altura de ellos o tan siquiera conocerlos en persona. Antes esto me pasaba mucho, especialmente al ver películas, uno siente que hay lugares, construcciones o personas perfectas. Pero cuando realmente lo experimentas con tus propios sentidos, te das cuenta de que es un lugar hermoso, pero con defectos que nadie menciona, o es una persona increíble, pero con problemas internos como cualquier otro ser humano, o es una construcción excepcional, pero solamente si es vista desde cierto ángulo o perspectiva (lo que nos muestra la cámara).
Si somos consiente de antemano de que no hay nada realmente perfecto, dado que todo en el universo está en constante cambio, entonces podremos fijar expectativas flexibles sobre las metas que queremos lograr. Y a su vez, hará que sea más factible para nuestro cerebro lograr metas que antes idealizábamos tanto que nos parecían inalcanzables.
Así que la próxima vez que te fijes una meta, ten presente que es más factible de lograr de lo que imaginas; no la idealices, sé consciente de que alcanzar esa meta no se sentirá tan perfecto como lo habías imaginado y está bien, así es la vida. La vida real no es como lo ves en las películas, redes sociales o revistas, pero puede ser tan perfecta según te des la oportunidad de apreciar cada detalle y experiencia que vives en el camino hacia tus metas.
Feliz día, nos vemos mañana 🙌