Hay momentos en los que tenemos conversaciones con una persona y esta empieza a hablarnos o explicarnos sobre algo que ya conocemos. En esa situación a veces tendemos a desconectarnos de la conversación o simplemente decimos que ya sabemos del tema para evitar que nos lo explique.
El gran detalle de estas situaciones es que es muy probable que nos perdamos de un dato de valor que esa persona nos iba a aportar o, más importante aún, no vamos a reforzar nuestro conocimiento.
Por lo tanto, cuando estemos conversando con alguien es muy potente ser lo suficientemente humildes para no intentar anticiparnos a la persona y decir que ya sabemos lo que nos está diciendo; en lugar de ello, debemos adoptar una actitud de escucha atenta y genuina. Esto nos permitirá lograr 3 importantes resultados: el primero es que demostraremos respeto a la persona, porque la estamos escuchando; el segundo es que mostraremos agradecimiento por intentar aportarnos conocimiento de valor; y el tercero es que podremos confirmar si nuestra interpretación de ese tema es correcta o si, por el contrario, esta persona nos está revelando algo que no habías aprendido previamente.
A nivel personal, me ha pasado muchas veces que hablo con una amistad o mentor, y me explican un tema que conozco a la perfección, pero en lugar de parar la conversación para demostrarles que «ya lo sé», decido dejar que continúen aportándome valor, porque cuando menos me lo espero, mencionan algo que yo realmente había pasado por alto; o más importante aún, me revelan que aunque soy consiente de ese conocimiento, mi falta de puesta en práctica me ponen en la misma posición de alguien que no sabe del tema, porque sin práctica es información desechada.
El punto es que todos crecemos en conocimiento cuando existe la interacción de intercambio de valor, pero si nosotros evitamos que estas conversaciones sucedan por asumir nuestra “sabiduría”, nos cerraremos a la posibilidad de aprender y mejorar como profesionales; y sobre todo, nos cerraremos a la posibilidad de que esa persona en un futuro nos quiera volver a contar un dato de valor, un dato que podría ayudarnos a resolver una inquietud o problema clave de nuestra vida.
En conclusión, cultiva la humildad y permite a los demás sentirse orgullosos por darle valor a tu vida; porque la única manera de ser sabio es eliminando el “ya lo sé” y adoptando la escucha activa con quien sea que estés.
Un abrazo, nos vemos mañana.