¿Eres la misma persona que eras hace un año? ¿Has cambiado poco, mucho o radicalmente? Piensa bien tu respuesta. La realidad es que pocas veces volteamos hacia atrás para cuantificar lo que hemos avanzado y con ello cambiar nuestras estrategias de vida.
Por ejemplo, si eres de las personas que tiene una rutina atareada, normalmente tu mirada estará enfocada en el día a día, y difícilmente te harás un espacio para analizar si las acciones que estás realizando te están llevando por el rumbo deseado o si simplemente estás sobreviviendo a la urgencia del momento.
Por el contrario, si tu vida es más pasiva, tal vez sentirás tranquilidad en tu día a día, pero a falta de retos y aventuras, empezarás a aburrirte de la rutina, provocando que tomes decisiones ambiguas o influenciadas por los objetivos de otros. Esto provocará que sientas un vacío por llenar, debido a que no estás tomando riesgos que pongan a prueba tu propósito de vida.
Independientemente de tu escenario, es muy importante detenerte un momento, y revisar con detalle qué acciones, estrategias y cambios de vida has realizado en los últimos meses y años. Con esta información podrás criticar qué decisiones hiciste que te dieron buenos y malos resultados, y a partir de ello podrás elegir cuáles acciones realizar de ahora en adelante (y cuáles no) para mejorar aún más tus resultados.
En conclusión, no siempre necesitas de un mentor para tomar decisiones clave para tu vida, simplemente debes pausar todo lo que estás haciendo, tomar un lápiz y papel, y empezar a ver tu pasado con el objetivo de corregir el rumbo hacia tu futuro.
Gracias por leer, nos vemos mañana.