Cada vez que tengo la oportunidad de conocer a una nueva persona, inevitablemente en la conversación termino preguntando: ¿Qué te apasiona? Y ¿cuál es tu mayor sueño?
Son preguntas que no puedo evitar contener, porque me gusta saber la inspiración de los demás y sobre todo me gusta identificar si yo puedo aportar algo en ese sueño, desde un curso, un contacto, una herramienta, un libro, una película o tan solo un consejo.
Además, cuando la conversación se dirige en esta dirección, siempre noto como los ojos de la persona se iluminan mientras explica lo que sueña y lo que le apasiona. Y eso me recarga de energía, me inspira.
Lo interesante y tal vez no tan positivo de esto, es que normalmente son pasiones y sueños que tienen en el olvido, ya que su estilo de vida actual no se alinea en absoluto a eso que visualizan con tanta ilusión.
Ante esta situación, siempre aprovecho para preguntar la razón de por qué no está trabajando por lo que realmente quiere; y la respuesta siempre es la misma y suena algo así: “Todavía no estoy listo, pero espero hacerlo en el futuro” o “Me da un poco de miedo tomar la decisión de empezar”.
Para mí es duro escuchar esto, porque personalmente he experimentado el alto nivel de gratitud, felicidad y adrenalina que implica salirte de la zona de confort para hacer lo que realmente te gusta. Sé en carne propia el gran beneficio de perseguir tus sueños y el dolor de no actuar por planear demasiado. Por supuesto, el miedo sigue presente, pero aprendes a vivir con ello y eso te hace más fuerte.
El punto es que los grandes sueños de las personas mueren en un único lugar llamado “planeación”. Así que pregúntate: ¿cuándo vas a tomar el riesgo de hacer realidad tus sueños? Si no inicias con las herramientas que ya tienes, nunca iniciarás, porque el miedo de empezar se irá haciendo más y más grande en tu mente, hasta que no haya espacio para pensar en ese sueño de nuevo. Comienza cuanto antes, porque el reloj de la vida sigue corriendo y no hay marcha atrás.
Un abrazo, nos vemos mañana.