Encontrar el propósito de vida suele convertirse en un camino confuso para muchos que esperan una respuesta compleja. La realidad es que el propósito de vida más valioso que cualquier ser humano puede ejercer, es el simple acto de hacer el bien en beneficio del prójimo.
Por lo tanto, tu propósito de vida puede ser: ayudar a otros a mejorar sus condiciones de vida, hacer felices a las personas, dar paz a la vida de los demás (este fue el que elegí para mí) y básicamente cualquier acción que implique “dar” aquello que tú hayas cultivado en tu vida y que sabes que hará bien a otros si lo compartes.
Sin embargo, hay un pequeño detalle que a veces se pasa por alto: cumplir el propósito de vida no tiene por qué ser algo que se exprese públicamente o se muestre en redes sociales. Lo podrías hacer si quisieras, pero el verdadero secreto para ser feliz mientras cumples tu propósito es que te sientas cómodo haciendo el bien cuando nadie te está viendo. Debes sentirte cómodo y satisfecho haciendo actos muy buenos en situaciones donde nunca nadie se enterará.
En otras palabras, cumplir tu propósito se vuelve real y genuino cuando lo llevas a cabo sin pensar en quién te ve. Solo te debe importar el juicio de una persona: el tuyo. Y si crees en Dios, sabrás que él también es el único que merece saber la verdad.
Por ejemplo, esto se puede traducir en actos tan sencillos como hablar bien de una amistad ante personas que sabes que podrían brindarle grandes oportunidades. Tu amistad no tiene que enterarse de que tú has hablado bien de él o ella, tú simplemente cumples con actuar bien.
En fin, no te pierdas en la búsqueda de un propósito específico, simplemente haz de tu vida una serie de actos bondad con el único objetivo de hacer el bien en sí mismo, sin preocuparte porque otros sepan lo que hiciste.
Un abrazo, nos vemos mañana.