Normalmente, lo que más estresa a las personas no es lo que están viviendo en el momento, sino aquello que creen que vivirán o enfrentarán en el futuro cercano. Básicamente, temen a lo que puede pasar, temen a la incertidumbre.
Y aunque no podemos predecir el futuro, lo que sí podemos hacer es voltear al pasado y reconocer que siempre hemos sido capaces de salir adelante con nuestros retos.
Debemos darnos cuenta del potencial que tenemos para adaptarnos a las circunstancias de la vida. Si tenemos fe en nosotros mismos, en nuestras capacidades y sobre todo en lo que aprenderemos en el futuro, podremos centrarnos en trabajar el presente en lugar de preocuparnos por lo que todavía no sucede.
En otras palabras, confía en tu yo del futuro; confía en que serás capaz de resolver cualquier reto que la vida te presente.
A nivel personal doy gracias a Dios de que logré controlar mi estrés porque todavía recuerdo lo mal que la pasaba en el colegio y la universidad cada vez que sentía que no tenía el control de lo que podía pasar con mi futuro personal o profesional.
Me estresaba mucho si veía que podría salir mal en un examen o entregar a destiempo un trabajo. Hoy en día, me río de lo ciego que estaba, porque no tuve la claridad de darme cuenta de que esos problemas ni siquiera eran críticos en la vida. Y que pasara lo que pasara, siempre encontraba soluciones bajo presión.
Por eso actualmente cada vez que enfrento un gran reto, mi mente sigue relajada a pesar de no tener respuesta, porque tengo total confianza en que mi yo del futuro habrá resuelto el problema de formas que hoy no tengo idea, pero que eventualmente lo sabré.
En conclusión, no te subestimes. El universo nunca te pondrá un reto que no seas capas de superar; simplemente deja de pensar en las repercusiones que estos retos pueden traer y esfuérzate por convertirte en una mejor persona y profesional cada día de tu vida.
Un abrazo, nos vemos mañana.