Es común que al vivir situaciones complicadas tengamos la inclinación de pedir a Dios, o al universo, por una vida más fácil de llevar, con menos retos y problemas.
Por supuesto, cada vez que vivimos algo que nos hiere, nuestra reacción instintiva es ver este dolor como algo negativo y por ello tenemos deseos de volver al pasado para reescribir lo que provocó ese dolor.
No obstante, hasta que los viajes en el tiempo no sean algo factible de realizar, solo tenemos una opción viable en la actualidad: dejar de ver el dolor como algo que “nos hiere” y empezar a verlo como una fuerza que “nos transforma”.
Este enfoque de transformación nos invita valorar la mejora continua en nuestro ser. Los problemas son situaciones que en lugar de verlos como algo negativo que hiere, debemos verlos como algo neutro que nos impulsa a cambiar para prepararnos hacia un futuro más retador. Son obstáculos que nos invitan al cambio y por ende a estar en movimiento.
A nivel personal, hoy en día simplemente no puedo estar quieto. Por un tiempo pensé que debía enfocarme en salir por completo de la operación de cualquier negocio que tuviese, pero me he dado cuenta de que mi energía proviene de seguir creando proyectos, de seguir compartiendo mis aprendizajes y de seguir aprendiendo de cada cliente, proveedor y mentores que me topo en el camino.
En fin, la lección aquí es que debes aprender a amar el dolor que te hace cambiar. Independientemente de si emprendes o trabajas para una empresa, eventualmente la rutina te empezará a desgastar y la única forma de volver a vivir con energía e ilusión, es a través del cambio.
Y dicho cambio duele; salir de la zona de confort (cualquiera que sea la tuya en particular) siempre duele. Pero si todo en la vida fuera fácil, el aburrimiento tocaría a tu puerta muy rápido y al cabo de un tiempo simplemente te sentirías como un pasajero más del tren de la vida, sin rumbo claro, sin emoción, sin aventuras, sin pasión. No dejes que eso te pase; haz cambios en tu vida y enfrenta con actitud el dolor que esto te traerá.
Un abrazo, nos vemos mañana.