Es un hecho irrefutable que el solo acto de agradecer por las bendiciones en nuestra vida trae consigo una mejora considerable en nuestro ánimo. En otras palabras, nos ayuda a bajar el estrés.
Agradecer nos permite conectar con lo que realmente es importante en la vida y nos abre la mente a ser más conscientes de todo lo bueno que ocurre a nuestro presente, incluso en momentos de crisis.
Sin embargo, algunas personas que incorporan el hábito del agradecimiento, lo hacen de manera estructurada, repitiendo siempre las mismas frases o simplemente dicen gracias por la vida.
Aunque en esos caso igualmente se percibe un impacto positivo en nuestra actitud, la realidad es que no estamos aprovechando al máximo todo lo que este proceso nos puede aportar.
El acto de agradecer por la vida debería ser un proceso creativo donde cada vez que lo hacemos nos enfocamos en ser tan específicos como podamos.
Por ejemplo, en lugar de solo decir: gracias por la vida, gracias por mi familia, gracias por mi trabajo, etc., deberíamos ser muy específicos para que nuestro agradecimiento nos permita conectar más con nuestro ser. Por ejemplo, podemos decir: gracias por el momento que jugué con mi mascota (y dices el nombre de tu mascota), gracias la sesión que tuve hoy con mis clientes, gracias por el agua que usé para lavar mi ropa, gracias por haberme levantado sano hoy, etc.
En otras palabras, al ser específico provocas que tu mente visualice el motivo o cosa por la cual estás agradecido y de manera automática tu mente y tu cuerpo conectarán más con la energía de la gratitud.
Incluso agradece por los retos que enfrentas, porque es gracias a ello que te conviertes en una mejor persona. Inténtalo, agradece todos los días de forma específica por cada detalle en tu vida y notarás como tu estrés baja y tu actitud mejora casi por arte de magia.
Gracias por dedicar a tiempo a leer mi trabajo, que pases un excelente día, nos vemos mañana.