Las generaciones jóvenes claramente han pasado más conectadas al mundo digital de lo que alguno podrían decir que es sano. Estudios ha revelado que esta conexión permanente al internet, especialmente desde un celular, ha dificultado que desarrollen la habilidad de interactuar presencialmente con extraños, incluso en espacios seguros.
Debido a ello, evitan momentos en los que deban hablar o dirigir una conversación, porque sienten la incertidumbre de no saber cómo reaccionar ante lo que las demás personas comenten.
Hasta cierto punto, yo los entiendo, porque aunque no nací en los 2000 y tampoco tuve un smartphone toda mi vida, desde muy pequeño tuve la oportunidad de usar una computadora casi a diario en casa de mis padres. A ellos no les agradaba mucho la idea de que usara tanto la computadora día y noche, porque sentían que me haría malo o me crearía algún tipo de vicio.
Curiosamente, no estaban tan equivocados. Al día de hoy sigo siendo el tipo de persona al que se le facilita conectar más digitalmente, que presencialmente. Puedo interactuar muy bien si la interacción es uno a uno, pero cuando hay grupos todo se complica, porque la mayoría de temas que quisiera abordar suelen ser, o muy técnicos o muy profundos, para una conversación casual.
De hecho, antes de abrir una conversación, termino pensándolo tanto, que al final quedo exhausto solo de pensar en cómo la conversación la debería iniciar y dirigir. Y justo ese es mi error, creer que la conversación debería tener cierto tipo de estructura u objetivo específico para realizarse; en realidad el secreto consiste en darte cuenta de que la conversación fluirá si ambas personas se encuentran en la misma sintonía y esto solo lo descubriremos si alguna de las partes decide decir la primera frase.
En resumen, con el tiempo he ido aprendiendo estrategias para interactuar mejor entre grupos e incluso realizar conferencias con total confianza. Pero internamente está la sensación de que me siento mucho más cómodo cuando el silencio predomina y me enfoco en trabajar en la computadora.
El gran detalle con este tipo de actuar, es que entre más silencio tengamos en nuestra vida, poco a poco dejaremos que la llama de la creatividad y felicidad en nuestro corazón se desvanezcan; ya el ser humano es sociable por naturaleza, necesita del contacto con otros para dar paz a su mente.
Mantenernos aislados y abrir nuestro diálogo solo con personas muy cercanas a nuestro círculo, como familiares y mejores amigos, es útil, pero estamos limitando el poder que posee la creación de nuevas conexiones con personas desconocidas.
En mi caso particular, la creación de esta comunidad funciona como un medio clave para compartir los temas que posiblemente serían difíciles de articular en una conversación casual o simplemente no habría tiempo suficiente de crear la atmosfera necesaria para explorar la temática.
Por lo tanto, si todavía eres tímido y principalmente tienes menos de 25 años, busca formas de sacar y expresar esos pensamientos y aprendizajes de tu vida. Expande más tus redes, aun si esto te genera incomodidad al inicio, porque es el único camino al crecimiento y al autodescubrimiento de tus verdaderos talentos, pasiones y habilidades.
Todos tenemos mucho que decir, y tú no eres la excepción, el objetivo no es buscar las palabras correctas para hacerlo, es simplemente iniciar la conversación de la forma más práctica que llegue a tu mente. Demuestra que tu silencio no es sinónimo de falta de cosas por decir y aportar. Y si hablar presencialmente sigue siendo un obstáculo difícil de superar, entonces enfócate en crear los medios digitales que permitan encontrar tu verdadera voz, hasta que logres tomar confianza de alzarla en el mundo de real.
Un abrazo, nos vemos mañana.