Posiblemente una de las tareas más difíciles que un ser humano puede enfrentar es la de educar y acompañar a sus hijos a través de las aguas turbulentas que aparecen en sus vidas.
Sin embargo, cada generación de los seres humanos, enfrenta situaciones muy distintas debido al cambio de contexto social, político, ambiental, cultural, etc.
De manera que intentar enseñar a otra persona cómo puede navegar la vida, es tan certero como lanzar una flecha con los ojos cerrados hacia un objetivo en movimiento.
Podrías intentar dar lo mejor de ti aclarando temas básicos a tus hijos como la importancia de cultivar valores éticos.
Pero todos sabemos que en última instancia, cada ser humano decide por instinto, según lo crea conveniente en el momento.
Así que no se trata de cómo enseñamos a otros a tomar mejores decisiones de vida. En lo personal creo que todo se resume a darle la confianza a dicha persona de que puede elegir lo que crea correcto siempre y cuando la decisión se sienta que nace desde el corazón.
Y esto lo puedes ver con tu propia vida, es decir, habrá decisiones que debas tomar con base en la lógica, usando tu mente, pero en ciertas ocasiones esto no será suficiente para discernir con claridad. Es ahí donde siempre podrás confiar que internamente tu corazón, disfrazado de instinto, te dirá qué hacer.
En resumen, evita ir por la vida eligiendo lo que es racional para tus metas o lo que te han inculcado tus padres, mentores y maestros.
Porque los momentos más importantes de tu vida estarán determinados por decisiones que nadie más podrá guiarte en el proceso, tendrás que confiar en ti, eligiendo con la mente y el corazón, confiando en que estás listo para enfrentar cualquier resultado que esto traiga consigo y que en un futuro será una lección de valor para compartir con tus propios hijos.
Un abrazo, nos vemos mañana.