Ayer estuve explorando junto a un amigo en una zona famosa de venta de comidas tradicionales en Cancún, México.
Nuestro objetivo era simple: encontrar un lugar para comer algo rápido, rico y barato antes de continuar con nuestro viaje.
Al momento de elegir, teníamos la oportunidad de elegir entre dos negocios que ofrecían exactamente el mismo menú y al mismo precio; inclusive se trataba del mismo tamaño del local. La única diferencia era el personal que atendía.
Sin embargo, justamente el personal generaba dos impresiones distintas: uno tenía un uniforme color naranja fosforescente y otro solo andaba una camiseta negra informal.
Y más importante aún, el de naranja estaba con una gran actitud invitando a que disfrutáramos de sus comidas, mientras que el otro simplemente extendía la mano con el menú para que lo viéramos. Si la energía del de naranja era un 10, el de camiseta negra era un 2.
Basta decir que nosotros terminamos comprando con el de naranja. Su actitud no solo nos motivaba a comprarle, sino que nos daba aún más confianza en el producto al verlo alegre y comprometido con su negocio.
En resumen, sin importar qué ofreces en tu emprendimiento, asegúrate de siempre mostrar la mejor actitud posible, porque en igualdad de condiciones gana el emprendedor con la mejor actitud.
Un abrazo, nos vemos mañana.