Nadie te prepara en la vida para tener conversaciones importantes e incómodas. Ni la escuela, colegio o universidad abordan estos temas y a pesar de ello, es una habilidad de altísimo valor para dirigir tu vida por buen camino.
Piensa cuantas veces en tu entorno familiar o laboral has tenido que dirigir una conversación incómoda. Es decir, ese tipo de situaciones donde se tiene que abordar un tema delicado, controversial o muy personal para alguna de las partes involucradas.
Ejemplos de conversaciones incómodas: despedir a un colaborador, confesar una mala inversión de dinero a tu pareja, mostrar tus bajas calificaciones a tus padres, pedir perdón a alguien que menosprecias, admitir un error ante alguien que confió en ti, y la lista sigue; estoy seguro de que podrás pensar en muchos escenarios más que incluso tú mismo hayas vivido.
Si actualmente estás pensando en realizar una conversación de este tipo, posiblemente comienzas a sentir ansiedad por lo que pueda ocurrir durante ello. Y hasta te imaginas los peores escenarios posibles. Todo este caos mental normalmente lleva a las personas a abandonar la idea de llevar a cabo la conversación, rezando para que el tiempo por sí solo resuelva todo sin tener que tocar el tema.
De una vez te lo digo: el tiempo no lo resolverá, porque en tu conciencia quedará por siempre ese pendiente; es decir, será un ciclo sin cerrar que te robará energía. Por lo tanto, en estas situaciones, una estrategia que me ha funcionado es seguir una serie de pasos claros y prácticos que describo a continuación.
Lo primero es comprometerte a tener la conversación, pase lo que pase. En segundo lugar, debes sentar las bases de una comunicación amena, por ello, días antes de tocar el tema que deseas abordar, intenta abordar otros temas que son de interés para la otra persona; básicamente busca que haya un antecedente de buenas interacciones para que se sienta en confianza contigo. El tercer paso es pedir un espacio de 1 hora en la agenda de dicha persona, dile que te gustaría hablar sobre tema de valor, pero que quieres su total atención, de manera que deseas que sea él o ella quien elija el día y la hora.
En cuarto lugar, cuando llegue el día, tú debes elegir un lugar para llevar a cabo la conversación, el truco aquí es elegir un espacio donde esta persona se sienta cómoda, por ejemplo en su propia oficina o en su lugar favorito para estar en la casa, o llevarlo a hacer una caminada. La idea es que no se sienta acorralado y mucho menos amenazado por ti. Finalmente, cuando inicie la conversación, dile que para ti es muy importante lo que están por conversar y que por eso quieres que juntos lleguen a resolverlo de la mejor manera. Y de esta manera, inicia dando contexto de la situación y asegúrate de mantener un tono respetuoso, dejando que la otra persona intervenga cuando lo desee y esperando a que termine para retomar tu argumento. .
Todo esto parece muy metódico, pero lo que estás haciendo es crear las condiciones más favorables para lograr el mejor resultado posible de la conversación. Además, ten presente que no siempre tendrás el resultado que deseas, a veces deberás esperar a que la otra persona analice unos días lo que acabas de comentarle. Por lo tanto, no presiones una respuesta, tan solo enfócate en comunicar de forma clara lo que estás viviendo internamente.
En conclusión, si quieres que tu proceso de comunicación sea efectivo durante conversaciones incómodas, no lances el tema sin previo aviso y en momentos inoportunos, porque el resultado probablemente será peor de lo que ya imaginabas. En vez de ello, asegúrate de elegir momentos y lugares cómodos para llevarlo a cabo. Te aseguro que con este enfoque lograrás descubrir facetas de las otras personas que antes no conocías, porque empezarán a sentir la confianza de abrir su verdadera de ser en tu presencia.
Un abrazo, nos vemos mañana.