A lo largo de nuestras vidas tendremos el privilegio de conocer personas con distintos matices respecto a sus personalidades y formas de actuar ante la vida. Algunas mostrarán siempre una actitud muy positiva u optimista ante los retos personales y profesionales y otras tendrán una cara más seria o negativa ante la vida.
Sin importar lo que veamos externamente en ellos, nunca sabremos lo que realmente han vivido. Nunca podremos dimensionar todo lo que han sufrido desde sus propias realidades y necesidades. Y quedará en tus manos el tener la suficiente empatía como para interpretar lo que viven.
Independientemente del tipo de personas que llegues a conocer, hay unas en particular que quiero destacar. Se tratan de los que tienen la habilidad de ser extraordinariamente amables en todas las circunstancias, especialmente, cuando les ocurren situaciones que para otros sería razón suficiente para desquitarse con la cualquiera que se aparezca enfrente.
Estas personas han cultivado un alto sentido de la amabilidad gracias a que también han visto o vivido en carne propia, lo que significa ser profundamente lastimado. Y es gracias a este dolor, pero sobre todo, al haber perdonado dicha situación, lo que les permitió despertar en sí mismo, el deber de hacer sentir especial a los demás.
Saben que la amabilidad es uno de los gestos más sutiles de amor que podemos brindar a la humanidad, y que con cada gesto amable, cultivan en otras personas el tipo de acciones que ellos desearían siempre vivir, para nunca volver a experimentar lo que significa el dolor profundo.
En otras palabras, su esperanza por vivir una vida de paz, una vida de amor, libre del dolor, se fundamente en dar al mundo lo que ellos más desean, y que mejor manera de hacerlo, que a través de un gesto genuinamente amable. Así que, sea cual sea las circunstancias que vivas, cultiva siempre en ti un alto sentido de la amabilidad, especialmente cuando otros podrían optar fácilmente por la ira o la violencia.