El resentimiento que puedas guardar por algo que te haya ocurrido en el pasado existe exclusivamente por cómo interpretas esa situación. Y es normal que cuando nos refiramos a nuestro pasado digamos cosas como esa persona «me hizo esto» o esa persona «me dijo tal cosa».
En todas esas situaciones, el artículo «me» deberíamos eliminarlo para ser más racionales con lo sucedido; en otras palabras, en lugar de decir «él me gritó» debemos decir «él gritó». De esta manera permitimos que nuestra mente vea los hechos como acciones que solo pertenecen a quien las realizó y no como actos planeados en nuestra contra.
Puede parecer un cambio muy sencillo en nuestro vocabulario, pero el hecho de quitar el «me» de esas oraciones nos obliga a ser más racionales con la forma en como catalogamos los hechos del pasado y empezamos a desligar esa negativa de nosotros. Prácticamente, lo que estamos logrando es evitar el sentimiento de que «el mundo está en contra de nosotros».
Por ejemplo, se siente muy distinto decir, «esa persona golpeó», que decir «esa persona me golpeó». En esa última oración (usando el «me») nosotros nos volvemos parte del problema e incluso podemos creer que tuvimos una parte de la culpa para que dicha acción sucediera. Sin embargo, en la oración «esa persona golpeó» (sin usar el «me») nos obligamos a ser consientes de que los actos de dicha persona son externos a nosotros y por ende no tenemos responsabilidad por lo negativo o positivo que ese acto represente.
El objetivo con todo esto es ayudarnos a nosotros mismos, desde nuestro vocabulario, a ver el mundo de manera objetiva; sin mezclar nuestros sentimientos como parte del juicio que hacemos para catalogar las acciones de los demás.
Cuanto aplicamos este pequeño cambio en nuestra forma de hablar, también permitimos que nuestro corazón sane. Es decir, nos ayuda a cerrar ciclos con esos recuerdos negativos que tenemos en nuestra mente y que siguen atándonos al pasado debido a que resentimos una acción que «alguien nos hizo». En el momento en que empezamos a ver esos recuerdos como acciones que simplemente «alguien hizo», dejamos que nuestra mente libere cualquier carga de responsabilidad.
Finalmente, recuerda que solo tú eliges cómo interpretar las situaciones que suceden en tu vida. Puedes elegir si atribuirlas como cosas que te pasan o puedes verlo como lo que realmente son: acciones que pasan. Y por ende, puedes dejarlas pasar y enfocarte en lo que realmente tienes control: tus propias acciones. Así que enfócate en ellas y deja de lado cualquier resentimiento con el pasado, porque la única culpa de cualquier acto positivo o negativo, es de quien la ejecutó, tú simplemente eres el testigo.
Un abrazo fuerte, nos vemos mañana.