Hace unos años, tener título universitario y certificaciones de cursos era sinónimo de éxito asegurado; prácticamente con ello podías optar por grandes oportunidades de empleo e incluso las empresas se peleaban por profesionales con tus credenciales.
Hoy en día, el ritmo acelerado de la innovación de los mercados ha provocado que las universidades formen profesionales que ya están obsoletos en conocimiento al momento de salir a buscar trabajo. Por supuesto, esto no aplica para carreras universitarias como medicina, leyes, y otras áreas que requieren una sólida base de conocimientos teóricos y prácticos que se mantienen relativamente constantes a lo largo del tiempo.
Sin embargo, a pesar de que el título ha perdido valor real en el mercado, aun así las personas que buscan mejorar sus oportunidades laborales siguen centrándose a buscar cursos y carreras que les emitan un certificado o título para luego usarlo como palanca en la búsqueda de un mejor trabajo. De hecho, es normal que en publicaciones de redes sociales donde se promocione un curso de algún tipo se suela ver comentarios de personas diciendo: «¿entregan certificado?» o «¿dan algún título?».
El error en dicha estrategia es que no están considerando la forma en como hoy en día se contrata en la gran mayoría de empresas. Es decir, hoy en día se contrata con base en resultados. En mi caso particular, nunca me han pedido mi título universitario cuando he enviado propuestas a empresas en los diferentes servicios que ofrezco, de hecho, uno de mis servicios es la creación de sitios web y yo no estudié ninguna carrera de programación o diseño. Mis clientes tan solo se interesan por ver los proyectos que he realizado en el pasado, es decir, se enfocan en mis resultados reales, no en mis estudios.
Por ejemplo, una persona sin estudios de colegio o universidad puede ser contrata en un puesto de alto ingreso si le puede comprobar a una empresa que es capaz de incrementar las ventas del negocio, mejorar la productividad del personal, optimizar los costos, incrementar la satisfacción de los clientes, o cualquier otro objetivo que tenga la empresa. Por lo tanto, no se trata de qué dicen tus títulos, se trata de realmente qué demuestras haber logrado con lo que sabes.
Ten presente algo que suena obvio, pero muchos pasan por alto: el dinero que las empresas usan para pagarte sale de los beneficios que esta genera, por lo tanto, si tú eres una pieza clave para que la empresa genere más beneficios, es inevitable que la empresa desee contratarte a toda costa. La gran pregunta es: ¿qué estás haciendo para mejorar los beneficios de las empresas?, ¿cuáles conocimientos realmente estás aprendiendo; son de valor para el mercado actual?, esto aplica tanto si tienes un negocio, si trabajas para una empresa o si eres universitario.
Entre más trabajes tu portafolio de proyectos y acumules logros tangibles, más oportunidades tendrás porque más atractivo serás para el mercado laboral. Posiblemente, en este caso alguien puede pensar: ¿cómo una persona acumula experiencia si no le dan trabajo? La respuesta es muy sencilla: debes crear tus propios proyectos u ofrecerte de forma gratuita a empresas que sabes que lucirán muy bien en tu portafolio.
En conclusión, si estás buscando hacerte experto en una habilidad en específico, deja de buscar el curso o carrera que te entregue un título; en lugar de ello, céntrate en llevar el curso que te compruebe que tendrás resultados reales en el mercado actual; muchas veces esto implicará pagar cursos a profesionales que si bien no emiten certificados avalados por un gobierno, sí son capaces de demostrar la eficacia de lo que enseñan a través de los testimonios de sus alumnos.
Y una vez que inicies el curso, céntrate en mejorar tus habilidades, no pienses en pasar un examen, piensa en resolver problemas reales con lo que has aprendido, porque solo así tendrás el respaldo de entrar a las mejores empresas o captar los mejores clientes. Recuerda que el juego de hoy está en acumular resultados, no títulos.
Un abrazo, nos vemos mañana.