Cuando era niño siempre tenía esta idea de que en algún momento llegaría un sensei a mi vida. Siempre me han gustado las películas donde el protagonista inicia como un aprendiz descubriendo su verdadero potencial de la mano de un sensei, maestro o mentor.
Y dado que yo quería ser ese aprendiz, visualizaba que en algún momento llegaría mi sensei. Esta idea se mantuvo conmigo durante toda la escuela, colegio y universidad. Creía que en algún momento tendría un gran mentor que me guiaría paso a paso con su sabiduría. Sería ese sensei que me ayudaría descubrir el líder en mí, tal y como en las películas nace el héroe.
Estaba fascinado con esta idea, y sentía que en algún momento iba a aparecer esa persona que me llevaría de la mano durante mi proceso de vida. Y que sería un pilar clave para el alcance de mis metas.
Sin embargo, pasaron los años y me di cuenta de que ese mentor no llegaba. Aunque sí había personas que poco a poco aportaban valor a mi vida, y me impulsaban a ser mejor persona y profesional, tanto en la escuela, colegio y universidad; en realidad nunca sentía que alguna de estas personas fuera mi verdadero sensei. No había una conexión fuerte. Posiblemente, estaba poniendo los requisitos muy altos.
Hasta que en un momento de mi vida, no recuerdo exactamente la fecha, tuve un instante de claridad. Entendí que ese sensei era solo una ilusión en mi mente y que realmente no aparecería. Así que decidí hacer un giro a mi enfoque. Decidí empezar un proceso intensivo de construcción y desarrollo personal, para convertirme en esa persona para mí mismo.
Decidí convertirme en mi propio mentor. Y eso significaba que en lugar de esperar a que alguien más señalara mis fallos, para poder enmendarlos o que me guiara hacia las decisiones éticas; yo mismo iba a tener que señalarlas en voz alta. Yo mismo iba a tener que autogestionar mi crecimiento.
Piensa por un momento en lo siguiente. Todos sabemos que dentro de nosotros hay una brújula que nos señala el camino correcto para nuestras decisiones, a veces le hacemos caso y a veces no. Es curioso que el ser humano suele intentar engañarse a sí mismo por el simple hecho de no querer ser disciplinado, poniendo en riesgo incluso su propio honor. Este comportamiento nos lleva a tomar decisiones que claramente afectan negativamente a nuestra vida, tanto en baja como en alta intensidad.
El gran detalle es que aunque algunos quieren ser mejores personas y tener mejores vidas, suelen esperar a que la ayuda llegue del exterior. Suelen esperar al mentor que los guíe paso a paso y que les entregue una receta específica para su éxito. Sin embargo, no existe esa receta, no hay grandes secretos, simplemente existe la capacidad o incapacidad de autogestionarnos en la vida. Y por esperar a que la motivación y disciplina lleguen del exterior, terminamos desperdiciando tiempo valioso hacia nuestros sueños.
En conclusión, si tú decides tomar control total de tu vida y hacerte responsable por lo bueno y malo que ocurre en ella, sin señalar a nadie más que a ti mismo, es entonces cuando tu vida empezará a mejorar. Es entonces cuando realmente tomarás control de tu destino. Y en este proceso podrás descubrir que el único sensei que habías estado esperando para cumplir tu camino del héroe, ha estado siempre dentro de ti; tan solo tenías que escucharlo y obedecerlo.
Un abrazo, nos vemos mañana.